El complejo de Cenicienta. El miedo de las mujeres a la independencia.

Cuando las mujeres inician el proceso de separación de los personajes que tienen autoridad sobre ellas para apoyarse en ellas mismas, descubren que los valores que consideraban como de ellas no lo son. Pertenecen a otras personas, a seres que las sojuzgaron en el dominante ambiente que les rodeó siempre por completo. Y llega el momento de la verdad: en realidad no tienen ninguna convicción propia, no saben qué opinan o qué creen. Las mujeres no están habituadas a enfrentarse con el miedo y a vencerlo. Se les ha acostumbrado a evitar lo que pueda asustarles; a desear otra cosa que no fuera la comodidad y la seguridad. En realidad, no eran adiestradas para la libertad, sino educadas para todo lo contrario: la dependencia. La autora sufrió una transformación en su interior; cuando se hallaba sola y no tenía otro remedio de mantenerse a sí misma y a sus hijos, sus resoluciones eran claras y sin ambigüedades; consiguió seguir su carrera como escritora y comportarse al menos con independencia. Escribió para la revista New York el artículo: “Después de la liberación: confesiones de una mujer dependiente”. Recibió muchas cartas con historias de mujeres, que fueron una revelación, explicándole abiertamente sus experiencias personales. La dependencia psicológica personal, el deseo profundo de que otras personas cuiden de nosotras, es la principal fuerza que mantiene sujetas a las mujeres. El complejo de Cenicienta es un entramado de actitudes y temores largamente reprimidos que tienen sumidas a las mujeres en una especie de letargo y que les impide el pleno uso de sus facultades y de su creatividad. Como Cenicientas, las mujeres esperan algo que, desde el exterior, venga a transformar su vida.