De frente a la vida: testimonios de personas que viven con VIH/SIDA

Cuando la epidemia de sida se hizo visible entre nosotros, una nueva división añadimos a nuestro ya segregado mundo. Cargamos sobre las personas enfermas de SIDA el estigma de un padecimiento supuestamente contagioso, transmitido por vías "poco decentes" como la inyección de drogas, "vergonzosas" como el sexo entre varones, "inmorales" como la promiscuidad sexual, o "reprobables" como el sexo comercial. Y las agrupamos en lo que llamamos "grupos de alto riesgo". A lo que se añadió el carácter incurable de la enfermedad. Y por la fuerza de la culpa y la verguenza, logramos aislar, en su depresión, a las personas infectadas. Una vez establecida esta nueva frontera nos sentimos, nosotros los "normales", felizmente a salvo. Los medios de comunicación hicieron eco de este estigma y contribuyeron enormemente a su difusión.