Trayendo a la memoria una elaborada página de pergamino de un manuscrito medieval, las pinturas de Teresa Zimbrón evocan mundos místicos ricos en símbolos cristianos y secualres. Cada uno es un pequeño lienzo que tiene la intención de ser contemplado con la misma intimidad con la que se medita un libro. El paisaje en forma de mapas también le ha preocupado; los mapas que ella concibe son descripciones psicológicas más que geográficas y contienen símbolos, muchos de ellos católicos, los cuales marcan su existencia