Práctica editorial feminista

Ser editora y ser feminista conlleva aplicar enfoques políticos, culturales, éticos y ecoambientales que permitan crear publicaciones congruentes con las preocupaciones de los activismos académicos feministas, tan actuales como necesarios, sin que por ello esta labor deje fuera las disposiciones para la actividad editorial de dependencias universitarias o casas editoras que buscan la justicia social desde una orientación incluyente. Por un lado, la práctica editorial feminista cuida la selección y dictaminación de contenido con perspectiva de género, con las implicaciones que supone el respeto a la propiedad intelectual y a la libertad de expresión, acompañado de Un diseño gráfico que sirva para construir, visibilizar y transformar el conocimiento; también esta práctica plantea el uso del lenguaje no sexista que, como móvil político, hace posible eliminar la subordinación de las disidencias y diversidades sexogenéricas. Los eslabones de la cadena de producción pueden resumirse así: Recibir o encargar la escritura de un manuscrito, presentarlo al comité editorial, coordinar la pertinencia y dictaminación, acondicionar el original, o la traducción de ser el caso, cuidar el proceso de edición, pre-prensa , tipo de impresión, producción y logística para su venta, difusión, distribución y venta. La sororidad es fundamental entre las mujeres en todos los espacios; pero, desde luego, es vital en los laborales, solo así la producción del conocimiento, a pesar de las desigualdades, subsanarse incorporando piezas propias de la interseccionalidad y las rupturas epistémicas.