La economía feminista como un derecho

La economía feminista es política desde el principio. Toda política y proceso económico tiene lugar sobre un terreno marcado por las relaciones de poder de género, que marcan los límites de lo económicamente posible y determinan la forma que tomarán los procesos económicos; éstos nunca son neutros ante el género; es decir, siempre tendrán un impacto en las relaciones de poder entre mujeres y hombres, bien sea reforzando la desigualdad, erosionándola o modificando la forma concreta que adopta la desigualdad; por eso no analizan su posible impacto en las relaciones de género. Para entender las desigualdades de género es imprescindible un cambio: ampliar la idea de economía para abarcar no solo los procesos de mercado, aquellos que mueven dinero, sino también aquellos otros procesos de satisfacción de necesidades y generación de recursos que no mueven plata, que no pasan por el mercado y más allá de entenderlas, hacer propuestas para superarlas. En ésta obra diversas autoras analizan el significado imprescindible del aporte económico de las mujeres a las sociedades que permite la acumulación de la riqueza desde el trabajo del cuidado gratuito. La economía se construyó pensando el mundo dividido en dos: la producción como algo contrapuesto a la reproducción. Sin embargo, se trata de mirar la economía desde un lugar distinto; desde la cocina (donde los recursos y los múltiples trabajos se convierten en bienestar concreto) y no desde el consejo de administración de las empresas (donde economía parecen anotaciones contables; sumas y restas).